Los huesos de la cabeza forman una cavidad protectora alrededor del cerebro. Los huesos de la cabeza se unen en líneas de unión llamadas suturas. Son un tipo de articulación fibrosa, que son inamovibles.
Los 22 huesos del cráneo pueden dividirse en dos categorías principales: el cráneo y el esqueleto facial. El cráneo encierra y protege el cerebro; mientras que los huesos del esqueleto facial dan soporte a los tejidos blandos de la cara.
Las estructuras neurovasculares entran y salen del cráneo a través de los forámenes craneales.
El cráneo se puede dividir aún más en la bóveda craneal y la base del cráneo. La bóveda craneal está compuesta por los huesos frontal, occipital y dos parietales, y la base del cráneo está compuesta por los huesos frontal, esfenoidal, etmoides, occipital, parietal y temporal.
Los huesos de la base craneal permiten la articulación con las primeras vértebras cervicales, así como con la mandíbula para formar la articulación temporomandibular.
La mandíbula es el hueso más fuerte y más grande de la cara. La mandíbula forma la mandíbula inferior y es el lugar de inserción de los dientes inferiores.
El hueso esfenoides es un hueso con forma de mariposa que consiste en un cuerpo y alas superiores e inferiores. El hueso esfenoides contiene los senos esfenoides. El hueso etmoides forma el techo de la cavidad nasal.
Las fibras del nervio olfatorio (CN1) pasan a través del hueso etmoides a la cavidad nasal permitiendo el sentido del olfato. El hueso temporal, situado lateralmente, soporta los lóbulos temporales, además de contener la parte media e interior del oído.
Los huesos de la cabeza crean las órbitas óseas: cavidades simétricas que rodean y protegen el ojo y las estructuras asociadas. Los huesos de la cabeza también dan lugar al componente óseo del esqueleto nasal.
En esta sección, aprenda más sobre los huesos de la cabeza, incluyendo: el cráneo, la órbita ósea, el hueso esfenoides, el hueso etmoides, el hueso temporal, la mandíbula, el esqueleto nasal y la foramina craneal.